Este es un texto, que escribí a los pocos meses de volver de mi estancia Eurodisea en Açores, cierre de nuevo de este blog, que espero volver a retomar en tiempos no muy lejanos, cumulos de sensaciones siempre que vuelves de aquel paraiso. dejo unas fotos del trayecto de vuelta de este año...llegada a Faro.
Vuelta de un sueño, vuelta a la realidad...
Volé tan alto, que alcancé aquellas nubes blancas y espumosas, y comencé a rozar y a dormir en esa textura tan suave y blandita, ellas me protegían, me rodeaban, creo que aprendí a vivir con ellas demasiado rápido…
A veces, cambiaban de color, dependía del día y de la hora de éste, habían días que el blanco se tornaba gris, fueron pocos los días que cambiaron a negras…pero esos días, mis negras amigas dejaban tras la tormenta esos arcos de colores, ellas se dejaban traspasar, yo los esperaba con ansia, como quien espera la tarta de chocolate después de unas marrones y odiosas lentejas… no me gustaba mucho la tempestad, pero si luego venia la magia de colores…era perfecto, porque cuando aparecían, yo jugueteaba con los rayos del sol, bajaba y subía, por debajo y encima del arco iris, algunos pájaros se unían a mi juego, las carreras eran emocionantes, yo no ganaba siempre, habían pájaros con un bonito y precioso vuelo, veloces, pero gracias a ellos aprendí a volar tan alto como os cuento.
Un bonito día, recuerdo que las nubes eran rosas, tan parecidas al algodón de azúcar…, que si lo pensabas fuerte hasta sabían igual, un alma volaba al mismo compás que yo, en un mismo sentido, creo que conectamos en un vuelo perfecto durante algún tiempo, pero borroneaba de vez en cuando entre las nubes y se perdía, yo, frotaba mis ojos en esos instantes, era muy triste verla desaparecer, hasta que un día decidió hacerlo del todo.
Ese mismo día, se movían las nubes a mi alrededor como inquietas, contrastes de color por momentos, lo mismo negras, que rosas, que azules o marrones, verdes o moradas, anduve perdida y confusa, el resto de pájaros también estaban tremendamente raros, clavaban su mirada en la mía, ellos también me querían decir algo, mi precioso mundo se estaba volviendo loco, sin saber el porqué de esos cambios, me entraron ganas de llorar, o quizá de gritar, pero de repente antes de que eso pasara…sentí miedo, mi mundo de nube comenzó a desvanecerse.
Me dí cuenta de que nada se desvanecía, que era yo quien bajaba, y quien dejaba mi mantita suave esponjosa y linda, que cada vez quedaba mas lejos, no podía dejar de mirar hacia arriba, ya empezaba a añorar y sentir todo eso que siente cuando ves alejarse a algo, a alguien, pues igual, pero a mi, no me dio tiempo ni de sacar el pañuelito blanco, porque decidí mirar hacía abajo, cuando logré olvidar el vértigo. Comencé primero a ver, un poco de mar, otro poco las montañas, y un poco mas tarde, ya estaba descendiendo entre rascacielos, farolas y humo, la gente me miraba, susurraba, incluso se reía, yo seguía intentando mantener el vuelo, planeando, había aprendido una técnica, que en esos momentos no me servía, caer al vacío después de haber estado flotando entre nubes, no lo comprendía...
Algo me hizo tambalear fuertemente, yo abrí los ojos…y alguien dijo: “Señores Pasajeros, bienvenidos al aeropuerto de Faro. Por favor, permanezcan sentados con el cinturón de seguridad abrochado hasta la completa parada del avión…” en ese instante, una lágrima calló por mi mejilla, y al bajar del avión, ya mis pies tocaban el suelo, miré hacia arriba y miles de nubes dibujaban una sonrisa. Como se suele decir en estos casos, no fue un adiós, sólo un hasta luego, sigo echando de menos a las almas, las nubes y los pájaros de mi cielo.
Con Todo el amor del mundo, para las islas Açores, esa gran natura indescriptible, y xa toda aquella gente que me ha dado nuevas cosas en esta nueva mini etapa.